Esta noche he muerto

Esta noche he muerto. 

Soñé que trabajaba, y en mi empresa, disponía de una tarjeta de crédito de representación sin límite. Y me iba de putas todas las semanas, y pagaba los impuestos con ella, y le compraba lencería a mi... señora (Risas), y realizaba fastuosos viajes al paraíso. Después sacaba dinero por el cajero, religiosamente, mil o dos mil euros cuando me venía en gana y lo transfería a mi pequeña cuenta corriente en el país de las vacas, los chocolates y los gorgoritos simpáticos. O sino, pagaba con ella en el restaurante de mi hermana, todos los días, unos quinientos euros (es que tiene unos cuantos trabajadores con contrato de 4 horas, aunque trabajen el doble, y otros sin contrato en condiciones, pero es que, la situación está muy jodida)
Cuando tuve que dejar la empresa, me la llevé de recuerdo. 

Entonces, el partido, me nombró teniente de alcalde, y me encargaba de las compras de servicios. Y era mi cuñado, que tenía una empresa muy solvente, quien presentaba siempre la mejor oferta, y le concedía los contratos. Lo hubiera hecho aunque no me hubiera pagado una jugosa comisión por cada concesión. Aproveché la ocasión, y recalifiqué unos cuantos terrenos rústicos de mi abuela, y me hice una mansión, pero, por si no la finalizaba a tiempo, me compré un par más en Marbella, que tiene muy buen clima. 

Cuando fueron a por mí los políticos del partido de la oposición (¡qué cabrones! Tenía que haber repartido mejor), lo negué todo, y afirmé en los medios de comunicación que iban a por mí, por mi color, o por mi altura, o por mi idioma, o por mi cultura, o por el diámetro de mi cabeza. Da igual. Era inocente, con toda seguridad. 
Demandé a todo aquel que decía que yo mentía. 

Esta noche he muerto. He muerto de vergüenza.

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